27 de febrero de 2012

También hay quien decide aprender a no leer

-¿No critica [Lotaria] los libros que lees?
-¿Yo? ¡Yo no leo libros! -dice Imerio.
-¿Qué lees, entonces?
-Nada. Me he acostumbrado tan bien a no leer que ni siquiera leo  lo que cae ante mis ojos por casualidad. No es fácil: nos enseñan a leer desde niños y durante toda la vida seguimos esclavos de todos los chismes escritos que nos ponen delante de los ojos. Quizá hice cierto esfuerzo también yo, en los primeros tiempos, para aprender a no leer, pero ahora me sale muy natural. El secreto está en no negarse a mirar las palabras escritas, al contrario, hay que mirarlas intensamente hasta que desaparecen.

Si una noche de invierno un viajero, de Italo Calvino

24 de febrero de 2012

Lo que otros han dicho #5


Desde que las descubrí, hace unos cuantos años, soy una fan de las bibliotecas. Me encantan los libros que ya han sido leídos por otros. Y llevar a los niños a la biblio desde que son bebés, pese al estrés que me causa.
...
Me gustan las historias no adaptadas, aunque haya que esperar unos años a leerlas con los niños. Odio las historias que han pasado por la factoría Disney, tan ñoñas, tan iguales, todas las chicas tan guapas y delgadas, todos los príncipes tan olvidables.
...
Las Matemáticas no fueron nunca mi punto fuerte, pero tampoco las recuerdo especialmente horribles durante mi educación. Como le decía a Noe en el taller, lo peor fue la Física y la Química. Así que un taller enfocado a las mates para niños de 3 a 6 años me resultará siempre muy grato, sobre todo por las personas que lo hicieron posible.

¡Vente a la biblio!, en De papel de chocolate
Que no te cuenten cuentos, de Charlotte Mason en español
Quitarse lastres de encima, de Mi sonrisa etrusca

23 de febrero de 2012

La mente matemática


Un ejemplo de clasificación por colores, espontánea, en el contexto de un rato de juego libre en casa. (Esta tarde. Ya sé, ya sé. Cómo dejas a la niña ir vestida así con el frío que hace y bla bla bla).

Para exponer a Vina a otras situaciones que la puedan ayudar a desarrollar su mentalidad matemática, nada mejor que las indicaciones que nos dio Malena en el módulo de mates que hice el otro día.

Seguro que Noe va a hacer también cosas con sus dos hijas próximamente. No hay más que ver cómo se ha puesto ya manos a la obra.

22 de febrero de 2012

Astronomía

Esta semana comenzamos con la segunda parte de las Ciencias de este año, dedicada a la Astronomía. Durante 18 semanas nuestras lecturas y experimentos irán dirigidos a esta rama de la ciencia.


Los temas de estudio los he elegido de forma un tanto arbitraria, ya que el objetivo de estudiar ciencias ahora no es proporcionar un conocimiento en profundidad al niño, ni siquiera que este sea demasiado sistemático, sino mantenerle -o despertarle, el amor por el conocimiento.

Los libros que usaremos son estos:


Echaremos un ojo a

Photobucket

El listado de capítulos del libro de Usborne que iremos leyendo cada semana es:

1: El cielo en movimiento.
2: Telescopios y radiotelescopios.
3: Viajes espaciales. Astronautas.
4: Satélites artificiales.
5: ¿Hay alguien ahí?
6: El sistema solar.
7: La luna.
8: El sol.
9: Mercurio y Venus.
10: Marte.
11: Júpiter y Saturno.
12: Urano y Neptuno.
13: Cuerpos celestes.
14: El universo.
15: Ciclo de una estrella.
16: Galaxias.
17: Maravillas del universo.
18: El cielo nocturno. Prismáticos y telescopios.

21 de febrero de 2012

¿Qué decir del artículo...


y de 


Y sin ser yo partidista, que sé lo bueno y lo malo que pueda tener la educación en casa. Igual que los colegios. Bueno y malo. Todo depende del uso que se haga del mismo.

Pero que se informen antes de ¿informar?

20 de febrero de 2012

Desmontando el "homeschooling"

Un título un poco grandilocuente, ya lo sé, pero me gusta la expresión.


El caso es que tengo como libro de consulta y referencia The Well-Trained Mind, de Susan Wise Bauer, y que el otro día lo saqué para consultar algo sobre los horarios (aunque la autora dice que fue su editor el que insistió en poner los ejemplos, y que cada familia debe hallar el esquema horario que le vaya bien).

Al buscar, encontré también un pequeño párrafo llamado The realities of home schooling - Las realidades del homeschooling, que voy a traducir aquí:

Aunque pensamos que la educación en el hogar es maravillosa -hemos visto a niños y padres prosperar en casa, hemos oído cientos de historias de éxito- deberías entrar en ella con los ojos abiertos.
  • El homeschooling es un trabajo duro, que requiere mucho tiempo.
  • Las tareas del hogar se resienten. Los libros y los experimentos de ciencia y los papeles están por toda la casa.
  • Todo el mundo desea abandonar en un momento u otro a lo largo del año.
  • Los niños no son siempre perfectos, y entonces no te puedes quejar del colegio ni de los amigos.
  • El programa académico se ve interrumpido frecuentemente por enfermedad, necesidades familiares y por la vida en general.
  • Los niños a menudo "no lo cogen", es decir, que pueden experimentar estancamientos o dificultades con los nuevos conceptos.
  • Los abuelos  pueden pensar que estás llevando a la ruina a tus hijos.
  • Los vecinos probablemente te dirán que estás loco.
Esto es verdad, pero lo cierto es que quienes nos dedicamos a esto, hemos sopesado los inconvenientes y las ventajas, y estas últimas ganan. Por mayoría.

17 de febrero de 2012

Lo que otros han dicho #4


Unos cuantos artículos que he leído esta semana.

El de Azucena, genial. 
Un par sobre la enseñanza de la escritura; el de Marvan me interesó por la caligrafía que decidió usar con su hijo, y después de leerlo hace un tiempo decidí que J no tenía por qué aprender la escritura ligada por el momento si le era fuente de frustración. Ahora usamos unas minúsculas no ligadas más sencillas. 
Otro artículo con consejos prácticos para enseñar a escribir. 
Por último, las no ventajas de enseñar materias académicas precozmente en los coles o en casa. No siempre antes es mejor.

Unschooling: qué es y qué no es, de Azucena Caballero, escrito para Familia Libre
The truth about early formal academics, en Homepreschool and Beyond
Dislexia (11), en Orca-Alce
Teaching writing in your homeschool, en The Homeschool Classroom

15 de febrero de 2012

Vida social

En general nuestra vida como homeschoolers es bastante tranquila. Se basa en unas rutinas diarias y semanales, de manera que hay pocas 'grandes variaciones' en ellas.

Una de estas rutinas es la de la vida social. Por ahí se lee a familias homeschoolers que van a múltiples actividades, hacen múltiples visitas a museos y sitios así, y quedan con otras familias... Aunque eso está bien, reconozco que me canso sólo de imaginar una vida tan ocupada.


Nuestras actividades fuera de casa son bastante limitadas, por decisión propia además de por las circunstancias familiares actuales.

Estas son algunas de las situaciones en que establecemos contacto con otras personas.

Solemos ir a la biblioteca cada semana o dos semanas. Vamos los niños y yo. Cuando ambos eran pequeños, digamos por debajo de 2 ó 3 años, me causaba ansiedad el que comenzaran a gritar o correr o que se les cayesen libros y los bibliotecarios me llamasen la atención. Lo cierto es que ambos hijos míos son relativamente tranquilos, pero son niños y esas cosas pasan.

Mi estrategia era ir a la biblioteca más tranquila y a horas en que supiese que habría pocos usuarios. Funcionó. Esto calmó mi ansiedad y ayudó a que los niños se familiarizasen con las bibliotecas desde recién nacidos.


También salimos al parque, bien sea con nuestras amigas, o solos. Últimamente vamos andando a las clases de música, atravesando el parque grande. Así establecemos contacto con la naturaleza. En vez de esperar el autobús en la parada y llegar a clase en diez minutos, caminamos por el césped, los niños bajan a toda velocidad una cuesta observados con angustia por su madre, cogen ramas y piñas, se asustan de los perros y se suben a las barras que el ayuntamiento ha colocado estratégicamente para que los deportistas hagan sus cosas de deporte.


No solemos quedar con otras familias homeschoolers. No tengo nada en contra de ellas (risas), sino que mientras Vina ha sido pequeña, me ha costado moverme en transporte público con ella. Sé que es una traba mental mía, así que tampoco voy a insistir. Sólo decir que es ahora cuando empezamos a contactar un poco más con otras familias, unas que hacen homeschooling y otras que no. Hemos conocido así a familias del barrio, pero también, gracias a internet, a otras blogueras: Maite, Eva, Noe, Silvia, Pilar y Kim, además de Paloma, que fue la primera mamá bloguera y que hace homeschooling con la que contacté.


También aprovechamos los recursos de la proximidad, como ir a pequeñas exhibiciones musicales que se hacen en el Conservatorio o en la Escuela de Música cercanos.

Pues estos son algunos retazos de nuestra vida social. Mientras los niños han sido pequeños, hemos establecido lazos con lo que tenemos más próximo -familia, amigos en el barrio, actividades cercanas. Todas ellas actividades que no supongan demasiado estrés para ninguno (cosa que a veces no ha sido posible, pero se hace lo que se puede).

A partir de ahora iremos ampliando la red de contactos. Tanto la madre como los hijos están preparados para ello, por edad y estado mental materno adecuado.

13 de febrero de 2012

Lo que leeremos esta semana

La selección oscila entre historias de ambiente medieval, por eso de que estamos estudiando la Edad Media este año, un par de libros 'edificantes' (de buenos modales y de vidas de santos, para que aprendamos 'cosas buenas' que aplicar en nuestras vidas) y algo gracioso, como son los poemas de Silverstein. Además hay libros ilustrados de la biblioteca, que no menciono aquí.

La lista sería esta:

Uno de los Cuentos celtas, recopilados por Joseph Jacobs.

Algunos capítulos de Las alegres aventuras de Robin Hood, de Howard Pyle.

Las vidas de algunos santos del libro 115 anécdotas en la vida de los santos, de Bernadette McCarver Snyder.

Los buenos modales o cómo impresionar a los demás, de Aránzazu Soler y Pedro E. Delgado.

Alguna de las leyendas de El gran libro de las leyendas medievales, de Parramón.

Poemas de Batacazos, de Shel Silverstein.

Por el momento dejamos en stand by El pequeño Lord Fauntleroy, de F. H. Burnett, que no está teniendo demasiado éxito.

10 de febrero de 2012

Lo que otros han dicho #3


El tiempo ha mejorado ligeramente esta semana, y aunque hace frío, el sol brilla casi a diario. Atravesamos el parque para ir a clase de música y nos metemos en las "praderas", el "bosque de cipreses", un "círculo de brujas". Los niños usan las ramas caídas como bastones o manos de bruja.

En la red, se mueven reflexiones sobre la educación que hemos escogido para nuestros hijos. Pero también hay recursos para el día, para alimentar la mente y el espíritu humano. Estos son.

Reflexions (cat.) / Reflexiones (trad. esp.), de Descobrim el mom.

Mejor tarde que temprano, de Paideia en Familia.

Aunque ya casi a mitad de mes, el calendario imprimible de Se7en y unas cuantas efemérides.

Inglés para peques, en Educarpetas.

Coincidiendo con el bicentenario de Charles Dickens, dos entradas sobre la época victoriana (1) y (2).

6 de febrero de 2012

La historia de un término medio, o aprendiendo a leer y escribir


 Cuando Joel era pequeño, cometí el error de enseñarle las letras antes de que estuviese preparado para aprenderlas. Preparado significa antes de que le interesasen / antes de verles utilidad / antes de saber qué podía hacer con ellas.

Pero yo pensaba que si en los colegios las enseñan a los tres, y el niño a los seis pasa a Primaria sabiendo leer un poco, yo también lo podría hacer en casa. Máxime teniendo sólo a un niño de quien ocuparme, y no una media de veinticinco (cuánta candidez de mi parte).


Me inventé cositas que pudieran ayudarle, como lo de dedicar una semana a cada letra, informarme del aprendizaje de la lectoescritura por el método constructivista y cosas así (tuve la ilusión de que aprendiese a leer antes de los cinco años. ¡Qué gran logro para la educación en casa!).

Craso error (caída en el pozo oscuro que aparece cuando te das cuenta de que todo el material que has preparado para que el niño aprenda le es indiferente. Pasa de ello totalmente).

El niño no se interesaba apenas por las letras. Con cuatro o cinco años realmente lo único que sabía escribir era su nombre con mayúsculas (a esta altura me costaba un poco mantener la calma).

Llegaron los seis años más o menos igual. Visto lo visto, yo apenas era creativa con el aprendizaje, o sea que trabajábamos más con fichas y cosas así, ya preparadas (porque si hay que hacerlo, se hace, pero hacerlo pa ná...).


Mi amiga Upe me habló de unos libritos de La Galera para aprender las letras, dirigidos a niños de menos de cinco que a Joel le gustaron, porque se trabajaba con pasatiempos. Empecé entonces a ver la luz de nuevo, porque Joel comenzó a aprender las letras con más facilidad, siempre en mayúsculas, eso sí.

Pasó un año de aprendizaje lento, no siempre bien recibido por el niño. A Joel, como a tantos niños de su edad, supongo, le cuesta estar sentado mucho rato haciendo cosas para las que él no haya tomado la iniciativa. Doy por hecho desde hace tiempo que este es un comportamiento normal, y que los que los que lo queremos imponer somos los que no hemos observado que estamos contrariando una normalidad biológica.

Pero si Joel quiere una madre con salud mental, tendría que admitir un término medio. Y lo ha hecho, por cierto.

Un término medio en "nuestro" camino del aprendizaje de la lectoescritura es trabajar un poco cada día 'escolar', unos cinco o diez minutos, y hacerlo "porque sí", porque lo digo yo. Porque pienso que aprender a leer y escribir es importante para Joel, para su desarrollo personal y social, y no quiero dejarlo a su libre albedrío, o sea, que aprenda cuando quiera. Porque me podría encontrar con un adolescente que lea como un niño de cuatro años y no lo deseo (ya estaría hace tiempo tomado un antidepresivo o engordando a base de grasas saturadas e hidratos de carbono de rápida absorción).

Yo creo en ese término medio.

Creo que Joel no va a sufrir ningún trauma por utilizar un libro de texto para aprender a escribir y leer; un libro de texto que le gusta, y que es lo único que se pone a hacer de forma espontánea casi siempre y sin protestar; dedicándole unos diez minutos cada día, y aprendiendo las letras también en minúscula, cuando son las mayúsculas las que usa habitualmente por comodidad.

[Joel leyendo ¿Tres han de ser?, de Darabuc]

Ahora, ya a mitad de los siete años, seguimos recogiendo el fruto de este trabajo diario.
Joel lee ahora cualquier -cualquier, repito- cartel que encuentra, o pintada en la pared, o título de libro, o lo que sea que llame su atención.

Se irrita sobremanera con los rápidos subtítulos que aparecen en la tele y que no le da tiempo a leer, perdiéndose lo que dice alguien y no entendiendo el chiste.

El otro día, le sacó él un libro de la biblioteca a su hermana, y cuando llegó a casa se puso a leérselo por iniciativa propia. Esto me emocionó mucho (snif, snif).

La conclusión de todo esto es: paciencia, las cosas llegan cuando han de llegar, pero hay que preparar el camino previamente. Tener un objetivo más o menos claro -aprender a leer y escribir-, buscar la forma de conseguirlo -esperar a una edad razonable y buscar un método que al niño le vaya bien-, y trabajar un poco cada día, pueden ayudar a llegar a donde uno desea.

Toda esta historia no ha llegado a su fin. Joel tiene siete años y lee un poco. Por suerte, comprende lo que lee. Aún nos quedan muchos hitos en su camino como lector, pero una de las cosas que he aprendido, y que parece el tópico del que se habla habitualmente en esto de la educación en casa, pero que es cierto, es que no hay que forzar el aprendizaje... demasiado.

Que hay que ofertar, hacer strewing, insistir sólo un poquito, estirar la goma pero no llevarla al límite de la rotura, construir andamios, estimular al niño... Llamadlo como queráis, pero entra dentro de nuestra labor de padres el ayudar al niño a descubrir lo amplio que es el mundo y a que encuentre su lugar en él, a veces haciendo cosas que al principio le puedan suponer un cierto esfuerzo y que puede ser que no le agraden demasiado. Si ve que el resultado le enriquece, la motivación por aprender quizás sea mayor y cueste menos para ambas partes (nota optimista al final).