26 de abril de 2013

Estudiar gramática ahora (o no)


Hace un mes que Joel completó su libro de Lengua Española de 3º. Lo ha llevado bien. Le ha gustado hacer las actividades propuestas, que para él eran muchas veces tipo pasatiempos.

Pero yo me pregunto a la vista de lo que he observado si vale la pena estudiar los conceptos gramaticales que se enseñan a estas edades. Si pregunto a Joel por una definición tipo qué es un verbo, es capaz de dármela. Pero si la pregunta es dónde está el verbo en tal o cual frase, le cuesta. Bastante.

Recuerdo entonces esta entrada de Silvia: Dramática, Hepática, Doña Gramática, donde trata este tema de cuándo iniciar a la niña en el estudio gramatical.

Charlotte Mason, según leo en Ambleside Online, aconseja el empezar el estudio de la Gramática a partir de los 9 o 10 años, de forma sencilla. Mientras tanto se habrá introducido al niño en el Lenguaje mediante la lectura, la narración y el copiado.

En TWTM se inicia el estudio de la Gramática desde los 6 años, de una forma sencilla y fundamentalmente oral. He tenido ocasión de ver el libro First Language Lessons 1, dirigido a niños de seis. El estudio se hace a base de memorización, preguntas dirigidas, repetición, narración, pequeñas lecturas, pinturas. Todo ello en lecciones cortas, pensadas para que los niños asimilen poco a poco las definiciones gramaticales más básicas. Es un método interesante pero, por desgracia, en inglés.

Sobre este tema encontré el libro La enseñanza de la gramática, de Laura Brackenbury, descargable en pdf. Solo he leído el primer capítulo, que es el de aspectos generales. He entresacado algunas ideas (las negritas son mías):
  
Para hacerlo con éxito [enseñar Gramática los profesores] deben prevenirse contra la absurda confusión entre Gramática (ciencia) y Lenguaje (objeto de dicha ciencia)
El niño gana poco o nada en lo que atañe al dominio directo de su mundo con poder emplear correctamente los términos de nombre, verbo, preposición, transitivo, pasivo; los conceptos que estas palabras representan no han de ayudarle tampoco a vencer situaciones difíciles ni a resolver contingencias. No tenemos ningún fin ulterior cuando enseñamos al niño el significado de tales términos; los empleamos incidentalmente en el curso de nuestras tentativas, para hacerle comprender, en cada caso particular que le presentamos, alguna distinción que los gramáticos han hecho. 
Al enseñar la Gramática sólo pretendemos que el niño vea diferencias; no tenemos nada que enseñarle, en el sentido de hacerle aprender hechos que le convenga recordar. No tiene ninguna ventaja para el niño (excepto, quizás, la de obtener buenas notas) el poder emplear correctamente los términos sujeto, atributo, adverbio, conjunción, etc., como la tiene el emplear correctamente los términos silla, sofá, pomarada, jardín. 
Es imposible, por ejemplo, que un niño de ocho años comprenda el alcance de la distinción entre nombres propios y comunes, o entre adjetivos y adverbios, aunque no sea imposible hacerle distinguir nombres propios y comunes, adjetivos o adverbios con una cierta exactitud, y parece casi seguro que el resultado no vale el tiempo y esfuerzo empleados, mientras que con tal procedimiento puede causarse mucho daño. 
Aplazando algo la enseñanza de la Gramática, puede ahorrarse un tiempo precioso para «Clases de Lengua» —es decir, para la Lectura y la Composición oral— y podrá verse que los niños, al terminar el periodo  escolar, habrán adquirido más facilidad en el uso del idioma, y distinguirán mejor los principios gramaticales.
 Realmente, cuando el alumno ha alcanzado un cierto grado en la adquisición del uso de la lengua, puede la Gramática ser un medio de ayudarle a conseguir el dominio completo; pero es imposible empezar por ahí.

Como yo desconozco la pedagogía y lo que impulsa a empezar el estudio de la Gramática desde el primer año de colegio, no puedo decir nada con conocimiento de causa. Solo que en general me convencen los argumentos para dejar el estudio de la ciencia gramatical para más adelante, a los 11 o 12 años quizás. Entonces, como dice esta última autora, se puede aprender Gramática en un par de años.

Mientras, aprovecharé el tiempo para enseñar bien a Joel el uso del Lenguaje. Que aprenda a expresarse correctamente. Para ello ahora nos dedicamos a la caligrafía (las minúsculas son la asignatura pendiente de Joel), a la lectura (por diversión y de libros ‘obligatorios’) y al aprendizaje de la escritura (con las recomendaciones del libro Writing With Ease, de Susan Wise Bauer) mediante la narración, el dictado y el copiado de textos de narrativa juvenil.

3 comentarios:

Silvia dijo...

Maria. No te pierdes nada por el de First Language Lessons... yo lo tuve, y lo revendí. Es repetitivo y aburrido. Claro que no hay que hacerlo todo, pero igual..., vaya, que ni ese. CM recomienda entre los 10 y los 12, pero BÁSICO. Porque como a esa edad comienzan a narrar escribiendo, ya se fijan un poco en el lenguaje tras haberlo oído y narrado en libros vivos con un dominio del lenguaje impresionante (además de bellas e interesantes historias que transmiten el legado cultural y nuestra herencia).

Yo lo tengo muy claro. Gramática aprendemos cuando leemos en voz alta y narran libros etc. Lo de sujeto, verbo, complemento directo, indirecto, etc. Para cuando tengan las niñas entre 10 y 12, lo aprenderemos de paso con el estudio de Latín, que también he dejado ahora porque prefiero seguir la lógica de CM, e introducirlo a los 11 o 12.

Sí, estoy con la educación clásica que dice que a edades tempranas pueden memorizar palabras en latín y declinaciones sin dificultad... no sé, nosotras memorizamos versos bíblicos y poesía porque tenemos un vínculo afectivo y espiritual con lo que memorizamos, pero para el lenguaje no veo gran ventaja a estas memorizaciones, o no frente al tiempo que pierdo si añado gramática, lengua, o latín a nuestras leccioncitas diarias. Además soy como CM, no me gusta dividir el aprendizaje en una docena de asignaturas inventadas en la escuela moderna. Sobre todo con niños que no son muy escolásticos, porque los niños de tendencias intelectuales sí entran a saco en un formato de educación clásica. La repetición, escritura, memorización, práctica de lápiz y papel, les satisface. Los niños sin inclinación escolástica, rechazan y se frustran mucho, por lo que no merece la pena hacedles odiar el aprendizaje por algo que con la madurez captan en menos tiempo.

Como dices, pueden repetir lo que es un verbo, o las partes del lenguaje, pero de ahí a identificar las partes de una oración o utilizarlas con maestría va un trecho... eso ya se me ha olvidado hasta a mí que era de sobresaliente en gramática. Y como dices, rellenan los libros tipo crucigrama.

Será que estoy al revés, pero las tres erres, que hoy en día son ya una docena porque van dividiéndolas más y prefabricando asignaturas (ortografía, gramática, en mates cálculo rápido, problemas, lo de cada año, composición, escritura creativa y otras nimiedades...), me parecen de lo más aburrido y nimio.

Música, arte, dibujo, naturales, libros vivos, narración, algo de copiado, y conceptos matemáticos mediante juegos y libros, y alguna que otra práctica que le apetezca al niño, para mí es no lo mínimo, sino una educación con sentido y rica. Pero como he dicho muchas veces, es nuestra situación, habrá otros que gusten de completar estas asignaturas cada día, y otros que no lleven ninguna.

paloma dijo...

Yo estoy de acuerdo con empezar gramática sobre los doce, antes una pérdida de tiempo....
Como mi primogénito empezó tan tarde a leer y a escribir ni me planteaba otras "sutilezas" como la gramática.
Cuando empezamos a hacer ejercicios de latín, me di cuenta de que los niños no sabían lo que era un verbo, un sujeto...y de hecho al explicárselo veía que "no lo entendían". Dejamos los ejercicios de latín y como el método es natural puedes seguir avanzando aunque no estes fuertes en gramática.
Ahora con Salvador que tiene doce a veces nos ponemos un ratito y claro avanza rapidísimoooooo.
De hecho este era el primer año que le invité a hacer narraciones escritas de los libros que va leyendo y bajo mi punto de vista las hace perfectas.
Con faltas....pero también en eso está haciendo grandes progresos pues las faltas de ortografía se curan leyendo y escribiendo.
Pero vamos lo importante es que siendo un niño que ha tenido dificultades para empezar a leer y a escribir, de tanta lectura en voz alta ahora se expresa de manera escrita con absoluta corrección y me imagino que en unos años tendrá el nivel gramatical que tendría si hubiese empezado con seis...
Insisto: una pérdida de tiempo empezar tan pronto...

Besitos chicas.

Silvia dijo...

Súper, Paloma... me encanta que vayas por delante de nosotras, claro, siento que no podamos por lo mismo serte de ayuda, tú de pionera, y nosotras acampando en tus experiencias, ja ja ja, pero en lo poquito que puedo ver, lo mismo que tú, Natalia, mi hija de 8, ya nueve en otoño, que no leyó mucho antes, ahora lo hace con entonación, y las narraciones ORALES, son a veces incompletas (porque los textos son complejos y llenos de eventos y detalles, a pesar de ser narrados de forma viva), pero se expresan oralmente muy bien, y como dices, las faltas y ortografía, merece la pena aprender cuando el niño está maduro y tiene buen dominio de su propia lengua.

Yo veo que vosotros tomáis el latín como segunda lengua, con método natural. Cuando yo digo esperar a aprender latín, me refiero a declinaciones, análisis de oraciones, etc. Porque lo demás de aprender así oral y escuchando, eso hacemos un poco, lo que decía en el comentario es que no me quita el sueño poner media hora de gramática, media hora de latín, etc. sino que procuro ir a lo que es la paideia, es decir, poesía, arte, narración, libros vivos, práctica matemática, y un poco algo de copiado... Lo que me ha resultado graciosísimo es que mi hija mayor me dice que NECESITA SABER ORTOGRAFÍA, y se pilla los libros estos donde hay que buscar palabras, y todo porque escribe cómics y se da cuenta que es importante escribir sin faltas, ja ja ja. Pero vamos, que si la pongo con gramática o con ortografía sé de antemano que no le gustaría o lo que es peor, que no lo entendería gran cosa.

Igual me pasó con mates, yo no la tuve que explicar sumas o restas llevándose, y lo comprendió este año o el pasado, ahora le encanta la multiplicación, y creo que es porque no la he puesto a memorizar las tablas, pero se está dando cuenta de que es bueno aprenderse algunas, sobre todo el 8 x 7 y el 6 x 9, ja ja ja.

Así que yo, con lo visto y oído de tí, me esperaré.

Creo que no entendemos bien lo de que un niño LEA O ESCRIBA TARDE... no es que hasta los 12 no hayan leído ni escrito nada, cuando otros niños eran EXCELENTES en lectura y escritura, sino que han hecho otras cosas (lecturas vivas, latín natural, mucho campo y juego, hábitos...), que maduran en lectura o escritura mejor que los que hayan podido desde muy pequeños DEMOSTRAR algo de lectura o escritura más mecánicamente, pero que no han sido nutridos en una verdadera educación, y claro, un lorito no llega muy lejos, o esa manera de saber algo, pronto muestra su cara falsa, en vez de, como con tu hijo, brotar el fruto que estaba ahí en potencia y cuidado y nutrido, a una edad considerada hoy en día TARDÍA.

Yo he visto que lo que ocurre mucho con el homeschooling, es que los niños que no crecen con castigos ni premios y en el hogar, no tienen motivación ninguna por aparentar interés ni conocimiento de algo, o que no van a presentar un numerito de todo lo que saben cuando viene la visita, ni siquiera para los padres ni madres, porque no le ven el sentido... y cuando saltan con algo, es porque de veras lo saben, le tienen amor, y se esmeran motu propio. Por eso tenemos niños de seis, siete, y ocho años que PASAN de leer en voz alta, o de escribir redacciones... pero les llega la madurez, y parecieran diamantes en bruto. Yo alucinaba estas semanas con Natalia leyendo motu propio a sus abuelos cosas que en su momento parecía que le causaban urticaria, ja ja ja.

Todo llega. Fe, y paciencia.