En el mundo ideal que hay en mi cabeza, iríamos a una biblioteca del barrio cada semana (sólo hay dos cerca). A veces esta premisa se cumple. Otras vamos en la misma semana a ambas. A veces el trabajo, el tiempo atmosférico o la falta de tiempo físico hacen que no visitemos ninguna. A J hay una que le gusta menos visitar porque los bibliotecarios... le hablan. Si supiera el privilegio que es que te conozcan por tu nombre desde que naciste, cuando le llevaba a la biblioteca envuelto en un pañuelo.
Aunque no le gusta dibujar, hoy ha ayudado a hacer tres personajes de un cuento en cartón grueso, para luego representárselo a su hermana. Todo un hito.
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