En uno de los artículos aparecen seis consejos para enseñar más alegremente, destinados a profesores de todo tipo. Los escribo aquí abajo por si sirven de inspiración:
1. Diariamente: contemplar la bondad de dios y después arrepentirse. Aclaro: esto vale para los que creen en un dios. Si sois poco creyentes en el más allá, como es mi caso, podemos igualmente contemplar la amabilidad que hay a nuestro alrededor, e incluso la nuestra propia hacia los demás.
2. Diariamente: contemplar algo hermoso, bueno o verdadero, y compartirlo con los estudiantes. Esto de 'la hermosura, la bondad y lo verdadero' es un objetivo de muchas de estas corrientes de estilo clásico, que quieren transmitirlo a sus estudiantes para que sean capaces de contemplar el mundo de esa manera. A mí me parece perfecto, porque sin negar las cosas malas que ocurren en el mundo, nada impide fijarse también en las cosas buenas.
3. Semanalmente: leer algo relacionado con la tradición clásica y disfrutarlo, dejando que esa lectura impregne nuestra forma de enseñar.
4. Semanalmente: dar un paseo largo, de una hora, solo o con un amigo, y observar la belleza que nos rodea. Hablar -supongo que con el amigo- de las cosas que nos importan.
5. Mensualmente: pasar medio día en algún lugar hermoso, con buena comida y bebida, con amigos a los que quieras, y hablando de las cosas que nos importan. Se puede llevar un libro de tus lecturas semanales.
6. Anualmente: pasar una semana en un lugar bonito, con tu familia y/o amigos. Caminar, hablar, leer en voz alta por las noches, cantar o recitar poesías. Hablar de las cosas importantes. Comer y beber bien. Repetir.
No son cosas difíciles de hacer. Están a nuestro alcance, son baratas, salvo si se eligen lugares caros de vacaciones. Son estimulantes y renovadoras, porque la tarea de enseñar, en casa o en el colegio, es dura. Puede acabar por hundir en la miseria a cualquiera si uno no sabe o no quiere ver más allá y contemplar objetivos más elevados de la educación, como son
el dar la oportunidad a los estudiantes de desarrollarse en todas sus facetas, potenciando lo bueno, sin negar lo no tan bueno que hay en las personas,
así como el poder desarrollarse uno mismo en esta segunda oportunidad que supone el acompañar a los niños en su crecimiento.
Son cosas fáciles de llevar a cabo y mejor nos iría si cosas tan aparentemente simples fuesen más habituales. Lo de pasear con un amigo y hablar, hoy en día con móviles y demás parece haber pasado a la historia o esa impresión me da cuando veo críos que están en grupo y cada uno a su aparatito, es una imagen que me da una pena...
ResponderEliminarBesos.
¡¡Sencillo y bonito!!
ResponderEliminarEs deprimente, Marhya, pero por el mal uso que se le da a la tecnología, no por ella en sí. Yo agradezco mucho apps como el güasap, que me permite mantener el contacto con gente querida a la que no puedo ver todos los días, como Paloma.
ResponderEliminarPero lo de las adolescentes en grupo, cada una con su móvil, chateando con otros, sin despegar la vista cada cual de su móvil, es un poco terrorífico. Una especie de distopia de novela de ciencia-ficción. No sé a dónde llegará esto. Yo he llegado a tener gente joven en la consulta, que cuando voy a explorarles, en vez de dejar el móvil, que por supuesto llevan en la mano, en la mesa, se lo llevan hasta la camilla y no lo sueltan.
1beso.