The schoolmaster's daughter, by James Sant
Hace poco leí una biografía de Tolkien, y esto es lo que se cuenta acerca de su primera educación:
Al no poder permitirse pagar a un tutor, Mabel Tolkien se encargó personalmente de la educación de sus hijos. Era una profesora capaz: tenía conocimientos de latín, francés y alemán y además sabía pintar, dibujar y tocar el piano. Desde el primer momento adviritió que su hijo mayor tenía aptitud para las lenguas. Su asignatura favorita era el latín, el sonido y la forma de cuyas palabras lo deleitaban tanto como su significado.
Las horas del día que no dedicaba a la educación de sus hijos, Mabel Tolkien se aseguraba de que tuvieran muchos libros para leer.
En otra parte:
Es evidente que nadie escapa a la influencia de sus lecturas. Si te pasas la vida leyendo libros y poemas de un mundo donde se honra a las mujeres, se las pone en un pedestal e incluso se las adora, donde las virtudes masculinas más importantes son el valor, la honestidad, el honor y la generosidad, al final llegas a pensar en estos términos (sin que eso suponga ningún perjuicio). Desde muy temprana edad, la dieta intelectual de Tolkien había sido exactamente ésa: las obras obras fantásticas de George Macdonald La princesa y los trasgos (1872) y La princesa y Curdie (1882), los cuentos de hadas recogidos por Andrew Lang en sus doce Fairy Books y su versión de la Saga de los Volsungos. Y luego, en la madurez, la corte de Arturo y los salones de Ásgard, la tragedia de Deirdre y los hijos de Usna y el amor de Pwyll y Rhiannon.
Ambos extractos son de Tolkien, hombre y mito, de Joseph Pearce.
Más en Paideia en familia, acerca de otra biografía de Tolkien.
¡Qué bonito! Estoy totalmente convencida de ello...
ResponderEliminarY yo. Es un tipo de educación que me encanta y me parece la base de cualquier otra.
ResponderEliminar1beso.